De Guatemala a Guatepeor: Sacan las tachas y ponen postes plásticos en avenida Dorrego

La Municipalidad de San Lorenzo retiró recientemente las conocidas “tortuguitas” -tachas plásticas fijadas al pavimento- que delimitaban los carriles sobre Avenida Dorrego, y en su lugar pintó una doble línea amarilla e instaló varas plásticas de baja altura en las esquinas. La nueva intervención no tardó en generar malestar entre vecinos, que consideran que los “palos plásticos” no solo resultan ineficaces, sino que además representan un nuevo riesgo.

En redes sociales, se viralizó el video de un vecino que, con ironía, expresó su malestar por la colocación de los nuevos elementos. En su testimonio, se cuestiona que estos palos plásticos, por su baja visibilidad durante la noche, representan un nuevo riesgo para los vehículos que circulan, especialmente motos y bicicletas.

La queja no fue aislada: muchos usuarios señalaron que estas varas más bien entorpecen el tránsito y que su instalación fue un gasto innecesario de dinero público. En los comentarios, un vecino resumió el malestar general con una frase contundente: “Se cae de maduro que todo es negocio y facturación”.

Los “sapitos” que fueron retirados habían sido blanco de críticas durante años. Su deterioro constante dejaba al descubierto fierros peligrosos que ocasionaban daños en vehículos, pinchaduras y hasta caídas.

Pero, en lugar de mejorar la seguridad vial, las nuevas señalizaciones abrieron un nuevo frente de reclamos y preocupación. Vecinos señalaron que no cumplen una función clara, que afectan la circulación y que incluso podrían provocar accidentes en horarios de poca luz. Desde la Municipalidad no se informó oficialmente cuál fue el costo de la intervención ni qué criterios técnicos respaldaron su implementación.

Para muchos sanlorencinos, esta es otra muestra de obras mal planificadas que terminan siendo más decorativas que funcionales. Entre críticas al “negocio” detrás de cada intervención y reclamos por mayor sentido común en las decisiones, crece el descontento con una gestión que, según expresan los propios vecinos, parece más preocupada por facturar que por resolver problemas reales.

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