En San Lorenzo, a metros de la sede de la Municipalidad, avanza la construcción de un edificio en calle San Carlos al 1300. Su particular diseño llamó la atención desde el inicio, pero en estos días lo que generó preocupación fue la improvisada plataforma metálica instalada en su parte más elevada, sobre la cual trabajadores habrían realizado tareas.
La escena remite inevitablemente a la tragedia ocurrida el pasado 17 de agosto, cuando cinco jóvenes perdieron la vida al desplomarse un montacargas en otro edificio en obra, a pocas cuadras de este lugar. Aquel episodio expuso la precarización laboral en la construcción y la falta de controles efectivos por parte de los organismos competentes, entre ellos la propia Municipalidad.
El nuevo caso no hace más que reafirmar un patrón: la seguridad de los trabajadores sigue siendo un tema relegado, mientras que los controles -en muchos casos- brillan por su ausencia. Se repite así una lógica que siempre termina beneficiando a las empresas, que avanzan con obras sin mayores exigencias, y castiga a quienes se juegan la vida a diario en condiciones de riesgo extremo.
San Lorenzo necesita que las autoridades ejerzan de verdad su rol de contralor, porque lo contrario equivale a naturalizar la precariedad y dejar que la próxima desgracia sea solo cuestión de tiempo.









