Vecinas y vecinos aguardan en la esquina de Paraguay y Gutenberg, barrio José Hernández, frente a las oficinas de la Secretaría municipal de Desarrollo Social y Promoción Comunitaria, desde las primeras horas de la madrugada. Esperan por su bolsón con alimentos. Para muchos, esa mercadería representa un alivio imprescindible para llegar a fin de mes. Sin embargo, la indignación crece cuando algunos de esos productos, entregados bajo el argumento de necesidad, terminan siendo vendidos en redes sociales.
La situación genera bronca entre las familias más necesitadas, quienes enfrentan cada vez más trabas para acceder a una ayuda escasa. “Hacemos cola desde la madrugada y nos dan dos o tres productos. En cambio, a los de ellos les dan varios bolsones al mes”, denuncia en diálogo con DATA365 una vecina que, al igual que otros pide mantenerse en el anonimato por temor a dejar de recibir su beneficio.
La escena se repite con frecuencia. Mientras muchos se resignan a recibir una asistencia limitada, otros convierten la ayuda en un negocio. En Facebook, se pueden encontrar publicaciones que ofrecen en venta los productos que reciben desde Desarrollo Social: 2 paquetes de yerba, 2 de fideos, 1 de arroz, 1 de puré de tomate, 1 de harina, 1 de azúcar, 1 de leche y 1 caja de té por $12.000, con envío incluido. Todo esto mientras hay familias que no tienen garantizado el próximo plato de comida en la mesa.
“Le dan a gente que no lo necesita y después venden la mercadería. Eso da bronca, porque uno realmente la pasa mal”, se lamenta otra vecina consultada por este medio.
A este problema se suma la percepción de favoritismo en la entrega de bolsones. “Si no los votás, no te ayudan”, afirma la beneficiaria, expresando una sospecha que se ha instalado en la comunidad: la asignación de bolsones respondería más a intereses políticos que a necesidades reales.
La falta de controles efectivos por parte de las autoridades municipales permite que estas irregularidades se perpetúen. ¿Por qué una familia puede recibir más de un bolsón al mes -que luego vende- mientras otras apenas obtienen uno con pocos productos?
Consecuencias de un sistema fallido
La desigualdad en la distribución de los bolsones no solo afecta a los más vulnerables, sino que también genera desconfianza hacia un sistema que debería ser símbolo de solidaridad. En lugar de garantizar que los recursos lleguen a quienes realmente lo necesitan, la asistencia social parece haber caído en un círculo de abusos y privilegios.
Para revertir esta situación, es imprescindible implementar controles más estrictos en la entrega de bolsones, garantizar la transparencia en los criterios de selección de beneficiarios y aplicar sanciones a quienes los comercialicen. Además, es necesario un debate público que permita revalorizar el sentido de esta ayuda: no es un privilegio ni un recurso para lucrar, sino un derecho que debe proteger a los más vulnerables.
En palabras de otra vecina, “esto da bronca, porque mientras unos hacen negocio, otros pasamos hambre” y agrega en coincidencia con otros testimonios: “Todo es un desastre, esto es jugar con las necesidades de las personas mientras algunos vivos se llevan 2 o 3 bolsones y los venden. Ahora seguramente darán el bolsón navideño y esto va a ser peor porque te dan tres cositas y lo demás se agarran ellos”, alertó.
Las autoridades municipales deberían ocuparse de estas injusticias y volver a dotar a la asistencia social del propósito que nunca debió perder: ser un salvavidas para quienes más lo necesitan y no una perversa moneda de cambio con fines electorales.