El 14 de agosto de 2023, en pleno fervor de la campaña electoral para intentar una nueva reelección, el intendente Leonardo Raimundo anunciaba con bombos y platillos la inauguración de guardias pediátricas y clínicas en el Centro Integrador Comunitario (CIC) de barrio Mitre. La Municipalidad de San Lorenzo presentó el proyecto como un importante avance en la atención sanitaria local: personal médico especializado, consultorios completamente equipados, un shock room con tecnología de punta y un sistema de historias clínicas digitales que, según se anunció, modernizaría la gestión de la salud pública.
Muchos vecinos de la ciudad, hartos de los problemas crónicos en el sistema de salud, recibieron la noticia con esperanzas renovadas. Pero esa ilusión duraría poco. Menos de tres meses después, el CIC del barrio Mitre quedó desmantelado. Las guardias pediátrica y clínica fueron supuestamente trasladadas al Hospital Granaderos a Caballo, una movida avalada por un convenio entre la Municipalidad y el nosocomio provincial. Sin embargo, la realidad golpeó con contundencia: hoy no están ni en el CIC ni en el hospital.
La situación actual es un retrato devastador de la desprotección sanitaria en San Lorenzo. En un contexto donde la salud pública y privada ya enfrentan serias deficiencias, la falta de claridad y acción por parte del gobierno municipal agrava el panorama. La oposición en el Concejo Municipal exigió respuestas sobre los motivos de la decisión de desmantelar un servicio de salud, pero el oficialismo, fiel a una lógica de ocultamiento, bloqueó cualquier intento de esclarecimiento.
Uno de los consultorios que solo funcionó algunas semanas en el CIC
El gobierno municipal, que lleva 18 años en el poder, ha demostrado ser incapaz de brindar soluciones estructurales a la crisis de la salud pública. Lo que fue presentado como un logro histórico no fue más que una promesa vacía, usada con fines electorales y desechada una vez superado el período de campaña.
Mientras tanto, la población sigue siendo víctima de un sistema que no responde a sus necesidades. La reciente muerte de Renzo, un niño de seis años que convulsionó tras un principio de ahogamiento y que fue atendido en un hospital sin pediatras, es el ejemplo más doloroso de esta carencia.
San Lorenzo está cansado y dolido. Los vecinos no solo exigen respuestas, sino también soluciones reales y espera de las autoridades mucho más que promesas. La última de ellas fue anunciada hace algunas horas por el propio director del hospital, Dr. Eduardo Ros, quien afirmó que después de dialogar con Raimundo, habrá guardia pediátrica permanente en el nosocomio, pero, desde el año que viene.
La comunidad tiene derecho a preguntarse ¿será otro anuncio grandilocuente? La salud no puede seguir siendo moneda de cambio en el juego político. Es un derecho humano básico, y su garantía debe ser una prioridad ineludible.