El palista sanlorencino Fabio Caramuto volvió a decir presente en el Campeonato Mundial Máster de Canotaje, esta vez en Portugal, en la pista internacional de Montemor-o-Velho, que se disputó del 29 al 31 de julio pasados. Allí compitió en solitario y en equipo: K1, K2 y K4. En diálogo con Data365 repasó sus últimas actuaciones, la historia de una carrera deportiva que ya lleva 45 años, el desafío de combinar el deporte con su vida empresarial y familiar, y su tarea al frente de la Asociación Santafesina de Canotaje.
Sobre su reciente participación, recordó que en Bulgaria había logrado un bronce, pero que esta vez los resultados lo dejaron “cerquita”: cuarto en K2, sexto en K4 y 19º en K1. Admitió que “quizás fue un error estratégico tirarme en todas, porque después terminás cansado”, aunque destacó la paridad del certamen: “se me metieron 18 botes en un segundo y pico”. Aun así, valoró que siempre logran cumplir el objetivo de estar entre los mejores.
Con la mirada puesta en el futuro, adelantó que en 2026 estará en Poznan, Polonia, donde volverá a buscar podios. Recordó que los equipos suelen ser “argentino-uruguayos” y que el reglamento permite federaciones mixtas. “Lo importante es estar presente”, subrayó.
En el caso del reciente mundial portugués, el equipo estuvo integrado por Gonzalo Ugolini, de Uruguay; Jorge Orlandini, de Concordia -Entre Ríos-; Adolfo Prytulak, de Santa Fe y Fabio Caramuto de San Lorenzo.

Equipo. (De adelante hacia atrás) Ugolini, Orlandini, Prytulak y Caramuto en el reciente Mundial de Portugal
Una vida compitiendo en las pistas
Su historia con el canotaje empezó en 1981, cuando siendo adolescente participó de regatas regionales de piraguas. “Tenía 14 años y en el barrio todos iban a remar. Con Silvio Meroi ganamos la primera carrera”, recordó. Tres años más tarde, en 1986, fue campeón argentino. Desde entonces no paró: acumuló participaciones en 14 mundiales y medallas de oro en Portugal (2015) y en Dinamarca (2013), además de numerosas preseas en otras ediciones.
Aunque en su juventud estuvo cerca de clasificar a Juegos Olímpicos, no lo hizo porque “en esa época había que dejar todo e irse a Buenos Aires, y yo ya estaba en la empresa”. Esa doble vida se mantiene hasta hoy: empresario por un lado, deportista de elite por el otro.
Su entrenamiento es constante. “Al menos 20 días al mes estoy arriba de un bote, y a la semana descanso con suerte”, aseguró. Tiene embarcaciones distribuidas en distintos puntos: Rosario, San Lorenzo, la isla, Carlos Paz y hasta Santa Clara del Mar. Además, entrena con un simulador en su casa y se apoya en un plan de trabajo junto a su entrenador, Manuel Zamboni. “Le dedico tres horas por día, ya estoy con el objetivo de Poznan”, señaló.

Una nueva experiencia internacional, esta vez, en Portugal 2025
La disciplina también se traslada a su vida cotidiana. Aunque confiesa que a veces se da “un gustito con una medialuna”, se cuida con suplementos, frutas secas y controles médicos. “Para correr en esa elite tenés que estar muy bien nutrido”, explicó.
En lo personal, reconoce que la pasión por el deporte no siempre fue fácil de compatibilizar con la familia. “Estoy en mi tercer matrimonio y tengo tres hijos grandes: Antonella, licenciada en Recursos Humanos; Giuliana, modelo en España; y Gino, que estudia Medicina y es DJ”, contó. Asegura que, aunque alguna vez hayan renegado, lo acompañan en su carrera y muchas veces logran combinar competencias con paseos. “Yo me voy a competir en el Mundial, pero son mis vacaciones”, ejemplificó.
Una Asociación recuperada
Fabio Caramuto preside desde hace varios años la Asociación Santafesina de Canotaje (ASSACA), institución que estuvo prácticamente inactiva durante un tiempo y que él mismo se encargó de reordenar. “Estuvo varios años quieta y se habían perdido los beneficios del Coprode. Estuvimos tres años acomodando balances y actas, y recién este año logramos el primer subsidio: compramos 18 embarcaciones”, explicó.
Sin embargo, aclaró que el camino sigue siendo cuesta arriba. “No tenemos un lugar fijo para entrenar. En toda la provincia de Santa Fe, los chicos que quieren remar dependen de instituciones privadas o de hacer acuerdos con guarderías náuticas, y eso suele ser un obstáculo para el desarrollo del deporte”, subrayó.

Equipo santafesino de canotaje que compitió en los JADAR
La falta de infraestructura adecuada se traduce en desafíos. “A pesar de la falta de pistas oficiales, igualmente se forman palistas aunque casi de manera artesanal, con mucho esfuerzo personal y familiar”, señaló.
Aun así, destacó los logros recientes: “Con ese primer subsidio pudimos comprar 18 embarcaciones nuevas que hoy ya están repartidas entre varias localidades. Es un comienzo, pero falta mucho más. Mi objetivo es que dentro de unos años tengamos una estructura federativa sólida”, adelantó.
Además, con el apoyo de la provincia, la Asociación pudo formar equipos masculino y femenino que participaron en los recientes Juegos Argentinos de Alto Rendimiento (JADAR) que, en el caso de este deporte, se disputaron en la Laguna Setúbal de Santa Fe. «Pudimos armar el equipo provincial, una especie de selección y logramos una medalla de oro y dos de bronce«, destacó
A sus 58 años, con más cuatro décadas de experiencia sobre el agua, el palista no piensa en bajarse del bote. “Es una pasión, una rutina… no sé si puedo decir una adicción también. Una buena adicción, por supuesto. Una adicción al deporte”, resumió.









